El otro día detuvieron a un indigente,
Que según testigos portaba un cuchillo
Para hacerse un sándwich.
Todos reclamaron acaloradamente.
Resultó que minutos antes el susodicho
Había amenazado con el arma a varios transeúntes.
El otro día filmaron a una mujer que pedía limosna,
Siendo que años antes fue toda una profesional.
Todos reclamaron acaloradamente.
Resultó que la señora, muy dije ella
Gastaba toda la plata en casino y drogas.
El otro día mostraron a una pobre madre
Que lloraba y pedía ayuda para buscar a su hijo,
Imploraba que la ayudaran.
Todos reclamaron acaloradamente.
Resultó que día atrás la misma mujer
Había ahogado al pequeño tirándolo a un canal.
El otro día festinaron con una casa
Que decían permanecía embrujada
Que lejos del show, angustiaba a sus moradores.
Todos reclamaron acaloradamente.
Y aunque ningún poder del Estado logró la sanación
(llámese iglesia, medios de prensa o policias),
Si se vendieron muchos diarios.
El otro día suscitaron violentas protestas,
Porque tal por el cual no escuchaba al pueblo
Y sus peticiones de bienestar y ecología.
Todos reclamaron acaloradamente.
Terminadas las protestas muchos partieron en sus autos
Lejos del pueblo en cuestión,
Que se quedó sin pan de pedazo.
El otro día un sujeto maldecía la ciudad donde habitaba,
Decía que era pobre, desordenada y sucia.
Todos reclamaron acaloradamente.
Para muchos era una ciudad de mierda,
Sin embargo, paradójicamente
Era la única que los mantenía con vida.
El otro día muchos discutían airados por un candidato,
Decían que era de lo peor,
Que no entendían como quería volver al cargo.
Todos reclamaron acaloradamente.
Tiempo después el hombre resultó elegido,
Y ningún descontento se vio en las urnas.
.
.
.
Por Carlos Zepeda, periodista de Vallenar.